A veces, hay días o mejor dicho momentos que te
hacen reflexionar, y en esa reflexión afloran dentro de uno mismo, emociones y
sentimientos desagradables, pero que siempre te enseñan algo positivo.
Todos hemos oído alguna vez la frase *Ningún
hombre es profeta en su tierra*, esa frase la he adaptado a un masajista… *Ningún hombre es masajista en su
tierra*, voy a relatar mi reflexión, fruta de varias experiencias personales…
en más de una ocasión un familiar o amigo íntimo te comenta una dolencia o
problema del que te pide consejo y ayuda… te ponen en compromiso te piden mil y
un favores… y no comprenden o entienden que es tu trabajo, tu forma de ganarte honradamente
la vida, que tu profesión es fruto de muchas horas de estudio, dedicación y
muchos masajes en tus manos. Cuando aparecen frases desagradables o gestos que
duelen… ¨¿cómo le vas a cobrar a tú…?, ¨pues para eso me voy a otro¨… todo esto
me lleva a la conclusión de que los más cercanos, no valoran tu trabajo y
dedicación… llegando a la conclusión que es preferible derivarlos a un colega de profesión y así me ahorro
problemas y malos entendidos.
No puedo olvidar en este artículo a ese masajeado desconocido, que llega a mí
camilla día a día valorando mi entrega y dedicación, mi trabajo y
profesionalidad…
No sólo con una remuneración económica, sino con
un gesto de amabilidad y respeto que a veces echo de menos en mi tierra…
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