*Es como si el tiempo se detuviera durante un instante, no veo nada, sólo siento.*
Con esta frase de la película de el Médico, el
protagonista explicaba una especial sensibilidad al tocar a un enfermo, y
percibir si iba o no a sobrevivir a cierta dolencia.
Unos lo llaman corazonada, otros palpito, intuición...
o como dicen en flamenco ¨El Duende´. No sé si será innata o adquirida con la
experiencia, pero a veces me ha pasado, y hablando y compartiendo distintas
experiencias con otros compañeros y amigos de profesión no soy el único.
Es un tema del que poco he hablado, pero hoy
quiero compartir contigo. Son muchos años y muchas personas que han pasado por
mi camilla, con dolores, inquietudes, preocupaciones,
muchos cuerpos que con mi tacto me han enseñado, me han ¨hablado´ y gracias a ello he podido dar más de lo que nunca imagine, otras veces la impotencia de no poder ayudar me han hecho dudar e incluso me han creado cierta frustración.
Cuando mis manos tocan a alguien se crea un vínculo
muy especial, sinceramente sin saber el porqué, a veces la comunicación es
perfecta, otras no hay conexión, haciendo el trabajo más duro y a veces menos
efectivo del que quisiera. Gracias a ese pálpito… he llegado a conocer y entender
el cuerpo de una manera íntegra y plena, leyendo en él la esencia de la
persona, de donde surge lo más grande de nosotros mismos.
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