Un lugar íntimo, sosegado y acogedor, en un momento único, donde el tiempo se detiene. Me desnudo de miedos y preocupaciones, tumbada cierro los ojos y emprendo un viaje sin destino conocido.
Las manos del masajista recorren, centímetro
a centímetro mi piel, kilómetros de sensaciones me desplazan a un lugar e
instante fascinante… cuando regrese del viaje, seré otra persona.
Yolanda 7 abril de 2.022