El obsequio, o tal la medalla es todo un
símbolo, un presente donde de forma simplificada muestra lo más alto que puede
llegar alguien en una profesión, deporte… o quizás… un arte.
Es el premio, el reconocimiento a un trabajo
bien hecho, donde la aptitud, estudio, conocimientos se combinan de forma
perfecta y única con la actitud, intuición e ilusión para hacer un trabajo algo
más que una profesión, un arte, no sé si el séptimo, octavo o noveno, pero un
arte donde carece de museo y galería.
En el Masaje no hay Goyas ni Oscars, ni medalla
de Oro, ni Plata, tampoco, premios Nobel, ni Príncipe de Asturias, ni Pulizer,
ni Grammy, ni Planeta, nada de medallas al Valor, ni Estrellas Michelin, ni
Champions… no es espectacular como cantar o bailar, no es grandioso como las
obras arquitectónicas, y menos aun glamuróso, no se ve en tv,
ni eventos…
Así es el masaje, un arte escondido en una cabina, donde sólo se desarrolla de
forma personaliza a la luz de las velas, al son de música suave y enriquecida
con aceites aromáticos, un arte fugaz, efímero, desconocido… MARAVILLOSO.
Sólo bienestar y salud como la mayor de las
recompensas a un Masaje.