Cuando las manos del
masajista dejan de buscar contracturas dejan de luchar contra tensiones, dejan
de masajear con la razón… cuando empiezan a sentir, a vibrar a transmitir, el masaje, se
convierte en un arte, un arte supremo, lo que la música a los oídos, un paisaje
a la vista, es el masaje al tacto, un arte de comunicar sin palabras, sin
miradas…
Rodeados de un mundo y una
vida totalmente artificial, donde predomina lo superficial y lo material, el
masaje tiene mucho que ¨decir¨...
El masaje, un arte que va más allá
de la piel, llega a nuestro interior, a la esencia de nuestro ser, ahuyentando
miedos, temores, dudas, estrés, prisas, y un sinfín de emociones que nos atan,
desequilibran y nos hacen enfermar.
El masaje es un arte que nos hace soñar,
con nuestro persona más autentica y natural, como la acaricia mágica y sanadora
de una madre a un hijo.
El masaje, un ARTE tan efímero como
ETERNO.
Jesús Sánchez.